El Estado mexicano ha procurado mantener al pueblo en la ignorancia de sí mismo, una de sus más importantes estrategias de neocolonización, es borrar de la mente y de los corazones del pueblo, la memoria histórica y la identidad cultural ancestral, para dejarlo ajeno y lejano, a su legado más valioso, en que está depositada la sabiduría y el conocimiento de más de diez mil años de desarrollo humano.
Por esto, cuando se visita una zona arqueológica o Tollán (nombre que le dieron a estos recintos los viejos abuelos en lengua franca), nos sentimos con un doble y contrario sentimiento. Por una parte, con mucho orgullo y alegría, pero por al mismo tiempo, con vacío y desazón. El sentirnos ajenos, ignorantes y lejanos a lo más entrañable, a lo más «propio-nuestro», nos hace sentir incompletos.
Recuperar la memoria histórica y la identidad cultural ancestral, es, tal vez, el desafío más importante y difícil de una persona, que busca poseer una conciencia plena y una poderosa fuerza interna. Porque para realizar este desafío, todo en el sistema está en contra. Resulta una Batalla Florida para aquellas personas que pretende ser dignos herederos de los Viejos Abuelos y en esa batalla, se convierten en luminosos Guerreros de la Muerte Florecida.
Visitar Zonas Arqueológicas
Por todo esto, hemos pensado en hacer esta «guía básica, para visitar las zonas arqueológicas», recordando un consejo que me dio el Dr. Rubén Bonifaz Nuño, un día que estábamos visitando la zona arqueológica de Monte Albán. Ante mis quejas sobre la tergiversación de la historia oficial sobre nuestros Viejos Abuelos, el Dr. Rubén Bonifaz me dijo: «Ya no se lamente, mejor, investigue con sus propios recursos, con lo que usted puede constatar a través de su sensibilidad y sus propios sentidos. Lo que usted ve, lo que usted siente, lo que usted imagina, al estar en estos maravillosos y majestuosos sitios».
Recordé entonces, lo que leí en uno de sus textos, donde criticaba la descripción que hizo una de las connotadas «fuentes históricas» sobre la Coatlicue, con epítetos negativos acerca de su fealdad y sus diabólicas formas, el poeta invitaba al lector a pensar sí estaba de acuerdo con la descripción dada.
Así que, para visitar las zonas arqueológicas debe uno quitarse el casco, el yelmo y las ideas de Hernán Cortés. Sacudirse profundamente toda la basura colonial y neocolonial, para entrar ligero y fresco a estos sagrados recintos. Pensar que se está en un lugar, en el que nuestros antepasados dedicaron años y en muchos casos siglos enteros, para construirlos y que son el testimonio material de su grandeza espiritual.
Lo que debes saber del sitio que vistas:
1.- A qué periodo histórico pertenece: Preclásico formativo, Clásico del esplendor o Postclásico de la decadencia.
2.- A que cultura perteneció o cuales culturas intervinieron en su construcción y uso.
3.- Saber que forman parte del patrimonio cultural de la humanidad.
Lo que NO son los Tollán
4.- No fueron ciudades.
5.- No fueron palacios, fortalezas o centros ceremoniales.
6.- No fueron construidos por extraterrestres o civilizaciones foráneas.
Lo que si son los Tollán o zonas arqueológicas anahuacas.
7.- Centros de observación y estudio de la mecánica celeste.
8.- Centros de estudio, investigación y prácticas de los conocimientos más elevados y sofisticados de la Toltecayotl, que están relacionados con la energía y los campos magnéticos del ser humano y del mundo que lo rodea.
9.- Que todos, independientemente de la cultura o culturas que los construyeron y usaron, todos están integrados y concatenados en una matriz-raíz de conocimiento, que representa uno de los grandes logros civilizatorios: «La Unidad en la Diversidad», es decir, manteniendo diferencias y variantes, pero todos compartiendo la esencia del conocimiento, creado por una misma civilización.
Finalmente, recomendamos dos cosas para recuperar estos espacios sagrados de la cultura propia-nuestra. Recoger la basura que veamos tirada, y llamarle la atención de manera firme pero educada, a aquellas personas que estén haciendo uso indebido de las construcciones.
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