Atrapados en un Círculo de Obediencia (Parte 2 de 2)

Henry David Thoreau afirmó que “la desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad”. Pero como hemos visto en publicaciones anteriores, el precio por desobedecer suele ser muy alto y pocos están dispuestos a pagarlo. Además, se nos programa para asumir conductas autodestructivas diseñadas para hacernos recordar que el camino es la sumisión. Y aunque podría parecer que la muerte pone fin a este perverso ciclo, la realidad es que el círculo de la obediencia solo se traslada a otro plano, que, además, incluye una variable adicional: la culpa. Veamos cómo funciona:

Ya es por demás conocido que cuando un ser humano muere, su cuerpo energético se desprende del cuerpo físico e ingresa a un “túnel de luz” que lo lleva ante la presencia de algún ser representativo para él. Puede ser un ángel, un maestro, un ser iluminado, una figura religiosa, un pariente o cualquier otra ser con el que siente algún grado de identificación o confianza. También se conoce que todo esto es un engaño, una puesta en escena necesaria para confundir a quien acaba de morir y mantenerlo cautivo en la prisión. (Para mayor información sobre el proceso, te recomiendo leer las primeras publicaciones del blog. Las encuentras en el Menú Principal.)

Una vez que muerdes el anzuelo, eso que llamamos “alma” —que no es más que tu cuerpo de cuarta dimensión—, pasa un tiempo en recuperación. Llegado el momento eres llamado a rendir cuentas. Y así, en presencia del guía espurio al que estás vinculado a nivel energético, se realiza un repaso de los momentos más representativos de la última encarnación y se definen las pruebas que tendrás que superar en la que sigue. Pareciera que todo es muy justo desde esta visión new age, pero lo que en realidad sucede en esa reunión es un juicio perverso donde encarnación tras encarnación eres declarado culpable y condenado a pagar por tus “errores” en la siguiente encarnación o más.

Guillermo, 52 años.

Era el único hijo de un matrimonio acaudalado en la Francia del siglo XVI. Heredó una hacienda, prósperas tierras y una fortuna, misma que puso al servicio de las personas del pueblo. Le daba trabajo a quien se lo pedía y un trato digno y justo. Incluso llegó a financiar artistas locales y la construcción del teatro del pueblo. Nunca se casó porque decía que su gente era su familia y a ellos se debía. Cuando murió, el pueblo heredó sus bienes y le guardó luto durante un año.

“¿Tú crees que hiciste bien en mantener a todos esos parásitos que solo se aprovechaban de ti? Lejos de ayudarlos, interrumpiste su proceso evolutivo, no los dejaste crecer, los hiciste unos niños que dependían de un padre muy tonto que nunca supo ver por él, que no se valoró y siempre puso a otros por delante. Con eso demostraste que no sabes cómo manejar la prosperidad. Por eso, a partir de ahora, aprenderás a ganarte el pan con sacrificio. Así será hasta que demuestres que aprendiste a hacerte responsable de ti mismo y superes esas ganas de andar entrometiéndote en la vida de los demás.”

A partir de la siguiente encarnación, Guillermo ha vivido en pobreza o con apenas lo justo para salir adelante. Y por increíble que parezca, en la medida de sus posibilidades continúa ayudando a otras personas. El altruismo es una parte de su esencia que se niega a morir, es parte de lo que mantiene la luz de su corazón encendida a pesar del precio que ha tenido que pagar por conservarla.

Jim, 34 años.

Se quedó huérfano cuando niño. Creció en un orfelinato en el que estudió y trabajó hasta los 20 años. Se casó y formó su familia, pero nunca se olvidó del orfelinato. Hasta el último día de su vida apoyó a los encargados con la formación de los niños y con los recursos materiales que podía reunir. Tuvo una vida recta y honesta.

“Te recuperaste demasiado pronto de la muerte de tus padres. No sufriste lo suficiente y, encima de eso, no dejaste que los demás niños aprendieran de su dolor. Por lo tanto, a partir de ahora tendrás padres que te maltratarán. A ver si así aprendes a que solo el dolor es fuente de crecimiento.”

Natalia, 49 años.

En una encarnación anterior tuvo un marido violento que la mató a golpes. Acto seguido echó a la calle a sus hijos menores de edad y se fue con su amante.

“No supiste valorar al buen hombre que tuviste por marido. Todo lo hiciste mal. Si te golpeaba era porque tú no hacías bien las cosas. Quería enseñarte, pero tú eras tan terca que nunca quisiste aprender. A partir de ahora, cada vez que se encuentren, lo vas a obedecer en todo lo que te diga y ni se te ocurra dejarlo porque pagarás muy caro las consecuencias.”

En la presente encarnación, Natalia se casó con el mismo tipo y tuvieron cuatro hijos. La historia se repitió y la maltrató sin piedad, hasta que un día, mientras él estaba de visita en casa de sus padres, Natalia huyó con sus cuatro hijos. Nunca se volvieron a ver, pero la historia no tuvo un final feliz. Uno a uno, fueron muriendo los niños a causa de accidentes y enfermedades. El sufrimiento de Natalia ha sido superlativo con el castigo que ha tenido que pagar por su osadía de desobedecer, pero dice que ni un solo día se ha arrepentido de la decisión de escapar.

Pedro, 28 años.

Estaba comprometido en matrimonio y no se entendía con su suegra. Sentía una fuerte animadversión por ella porque siempre lo hacía sentir menos, lo humillaba en público y le decía que cuando se casara con su hija tendía que hacerse cargo de las dos. Hasta que conoció que él fue acusado de ser una hechicera en tiempos de la inquisición y condenada a morir en la hoguera. El inquisidor que lo acusó y condenó era su suegra en la presente encarnación.

“No seguiste las reglas, faltaste a los principios y valores inculcados por tu religión por andar jugando con tus ramitas tontas. Eso no sirve para nada y pusiste en riesgo a muchas personas pudiéndolas curar con medicina de verdad. Hiciste tanto daño que ni siquiera la purificación que él realizó (se refiere a la muerte en la hoguera) pudo purgarte. Por ello, en adelante cada que se encuentren, deberás ponerte a su servicio y hacer lo que te diga para expiar las faltas que cometiste durante esta encarnación. Así aprenderás a obedecer las reglas.”

Es así como después de la muerte se agrega un elemento más al ciclo: la culpa.

Como puedes ver en los ejemplos anteriores, en cualquier escenario, siempre terminas siendo el villano de la película que es castigado por las faltas cometidas. Siempre, sin excepción. Y, por si fuera poco, te siembran la semilla de culpa y con cada encarnación se va enraizando más y más profundo.

María, 25 años.

En una encarnación pasada, su tío abusaba sexualmente de ella cuando era una niña. Un día que la perseguía por toda la casa, María lo golpeó con un florero en la cabeza para defenderse. El tío sufrió un derrame cerebral a raíz del golpe y padeció secuelas que lo incapacitaron el resto de su vida. 

“Le causaste un daño terrible a tu tío que te quería tanto. Debías haber buscado la manera de arreglar las cosas con él de una manera más civilizada, pero no, tenías que comportarte como un salvaje… Por eso, ahora experimentarás la invalidez hasta que yo diga que fue suficiente. Con esto recibirás una lección ejemplar que nunca olvidarás.”

Charlotte, 30 años.

Es una chica inteligente, independiente y atractiva que nunca había tenido novio. Solía salir con personas, pero nunca se concretaba una relación formal. Siempre pasaba algo que daba al traste con el interés de los chicos que la buscaban.

“Veo que ya aprendiste a tener una vida ordenada y una familia feliz. Por lo tanto, podemos considerar que esta prueba ya ha sido superada. Así que, a partir de la siguiente encarnación, no volverás a tener una vida en pareja ni una familia. A ver si así te concentras en todo lo demás. Por estar tan distraída en eso has dejado de prestar atención a cosas más importantes.”

La culpa impacta directamente en la conducta humana. ¿Cuántas cosas has hecho o dejado de hacer por culpa? Y es que seguido de la culpa viene el castigo. De ahí que, junto con el miedo, la culpa sea la clave del control de la humanidad. Tanto que las religiones, la política, la economía y la ciencia refuerzan constantemente ese sentimiento de culpa que ya forma parte de nuestra energía, del ADN y del inconsciente colectivo. La culpa condiciona la conducta y cuando le agregas el miedo al castigo y el fantasma siempre presente de la autodestrucción, el nivel de manipulación resulta obsceno. La voluntad y el libre albedrío absolutamente contaminados y condicionados por entidades perversas que nos han utilizado a sus anchas.

Pero aún en estas circunstancias tan desfavorecedoras conservamos la capacidad de tomar conciencia y revertir la situación. En el contexto descrito en esta publicación, no resulta para nada fácil recuperar y fortalecer la voluntad y el libre albedrío, pero tampoco es imposible. Se debe tener disposición para hacer de esto un trabajo de tiempo completo y la prioridad por encima de lo que sea. La verdadera libertad comienza en este punto y es un viaje cuyo final no se encuentra en este plano. El camino es doloroso y frustrante, la maldad no tiene fin y hacerse consciente de ella es parte importante del proceso de liberación.

Thoreau decía que “el que obedece es el esclavo”. Para ser libres, no solo hay que nadar contracorriente en el mundo externo, sino, principalmente, en el interno. Es un deber desobedecer sin miedo y sin culpa. No colapsar cuando se presentan los castigos, al contrario, asumir que son parte del proceso de liberación. No caer en la tentación de la autodestrucción, porque hacerlo representa una falta al primer principio del amor: el amor a uno mismo. No caer en las trampas de la oscuridad que buscarán alejarte de tu camino de liberación provocándote miedo, culpa y ofreciéndote todo tipo oportunidades comprar tu voluntad y que seas tú mismo quien se vuelve a poner el grillete. Observa desde la conciencia, aprende a discernir cuáles oportunidades son producto de tu trabajo interior y cuáles son un engaño para comprarte. Desconfía de todo hasta que no estés seguro de dónde proviene y piensa que todo tu esfuerzo solo tendrá recompensa cuando salgas de aquí, en este plano solo obtendrás migajas.

Y una vez que hayas puesto manos a la obra en este proceso, una vez que estés trabajando en la transformación de tu realidad, busca la manera de liberarte en lo energético de todo aquello que te ata a la voluntad de esas entidades y aquello que determina tu destino. Pero no caigas en la trampa de pretender hacerlo al revés. La mente querrá convencerte de hacer primero lo energético, ya que representa muy poco esfuerzo buscar a alguien que maneje la hipnosis o cualquier otra técnica orientada a estos fines. Para tu mente, una vez finalizada la sesión estás liberado, pero no es así. Solo aflojaste las cadenas que tienes que romper en el día a día transformando tu realidad física y cotidiana. Es decir, tienes que vivir libre, no solo hacerte la puñeta mental de que lo eres. Por ello es preciso que comiences a trabajar con constancia y disciplina antes de buscar lo energético. Hacerlo de esta manera te abrirá las puertas a más cosas, lo que trabajes tendrá una mayor profundidad y fortalecerás a tu cuerpo energético para enfrentar lo que sea que tenga que enfrentar para liberarse de los condicionamientos, implantes energéticos, vínculos o cualquier cosa que lo esclavice a la voluntad de cualquier entidad o energía externa.

Trabajo, humildad, constancia, compromiso, conciencia y congruencia son las claves para romper con este círculo de obediencia y enfrentar las consecuencias del proceso de liberación. Mantenerte firme en el amor es lo que te define, y el trabajo duro, es lo que te libera.

Lee la Parte 1 de este Artículo:

Atrapados en un Círculo de Obediencia (Parte 1 de 2)

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