Al principio pensé que solo era yo. Con el paso de los días, comentarios en mi entorno cercano me hicieron darme cuenta de que no era el único. Una parte de mí se sintió en paz por ello, pero otra entró en estado de alerta. En los días sucesivos me llegaron más comentarios y preguntas de personas de diversas edades, géneros, condiciones sociales y ubicaciones geográficas. Todas coincidimos en los mismos síntomas. ¿Qué nos está pasando?
Ya he hablado que los tiempos actuales son de definición. Ya no hay tiempo de experimentar, de cometer errores que más tarde serán resarcidos para volver a retomar el rumbo. No, eso era antes. En la actualidad, los errores que se cometen pueden ser determinantes para definir lo que será de nosotros el resto de la existencia. El tiempo se acabó. Te vas o te quedas. No hay más.
Estés consciente o no, estés de acuerdo o no, hoy en día todos estamos eligiendo el lugar donde queremos pasar el resto de la eternidad. Ese sitio no necesariamente es el que te corresponde por tu origen o tu naturaleza, sino por tus elecciones y tus acciones. De ahí que quienes se identifiquen con lo mundano y lo que les ofrece este planeta se quedarán aquí de por vida, igual que los que dicen ser amor y, tanto el origen como las consecuencias de sus actos, no son congruentes con sus palabras. Del lado contrario, están quienes escucharon el llamado de su conciencia y ya aceptaron que este mundo no tiene nada qué ofrecerles más allá de dolor y sufrimiento perpetuos. Los primeros se quedarán en este planeta prisión que tanto les gusta y en el que están tan cómodos (infelices, pero cómodos), mientras que el resto saldrá de aquí para reintegrarse a su esencia y vivir de acuerdo a los valores universales del amor.
Todos los seres humanos estamos experimentando una serie de síntomas que ponen de manifiesto el camino que elegimos tomar. Mi intención con estas publicaciones es que comprendas que lo que estás sintiendo es parte de un proceso y te sirva como un parámetro de que estás en el camino adecuado. O no, y te definas de una vez o hagas lo que tengas que hacer para retomar el rumbo.
No es mi intención etiquetar a nadie y mucho menos generar una absurda división entre buenos y malos, seres de luz y seres de oscuridad ni nada parecido. Lo que creo es que hay seres que están sintiendo el llamado de su conciencia y están siendo sometidos a una enorme confusión provocada por dos actores: su mente y el sistema. Unos están experimentando apego a lo mundano y otros todo lo contrario. Cada quien está manifestando una serie de síntomas afines a su nivel de conciencia y su conducta. El problema es que nadie los reconoce como parte de un proceso y están pasando inadvertidos por la inmensa mayoría de la humanidad.
Antes de entrar de lleno a los síntomas de los que se van y de los que se quedan, me gustaría abordar con mayor minuciosidad los dos factores que están generando confusión en el contexto actual.
El primero de ellos es la propia mente humana que fue programada para conservar la vida de manera instintiva. En un escenario caótico (y empeorando) como el actual, la mente se siente vulnerable y dispara todos los mecanismos para adaptarse y salvaguardar la vida. El problema es que el cerebro reptil no solo opera al instinto de supervivencia, también rige la búsqueda irracional de placer.
Ahora bien, recordemos que el cuerpo físico es prestado y pertenece a este plano, por lo tanto, no puede acompañarnos a donde iremos. El cuerpo físico es como la celda dentro de la cárcel. Para poder liberarnos, debemos salir primero de uno y luego del otro. Las personas que aún conservan luz en su corazón, están captando la energía de transformación proveniente del exterior y su conciencia comienza a adaptarse al inminente cambio. A nivel inconsciente, la mente capta estas señales y las interpreta como que la vida está en peligro. En consecuencia, activa el instinto de conservación para preservarla. ¿Cómo lo hace? Cayendo en negación de todo lo que está sucediendo a nivel energético y activando una necesidad irracional de placer, que incluye no solo el placer a nivel físico, sino el deseo de todo tipo de actividades y proyectos que generen apegos a lo mundano, por ejemplo: estudiar un posgrado, formar una familia, invertir a largo plazo, hacerse un cambio de look, el aumento del apetito sexual, el creciente antojo de comida estimulante, el consumo de las diversas opciones de entretenimiento que ofrece el sistema, emprender el negocio de sus sueños, etcétera.
En otras palabras, el instinto de conservación nos quiere arraigar al mundo, mientras que la conciencia nos quiere fuera de él. En medio de esta confusión surge la duda. ¿A quién le hago caso? Encontrarás la respuesta reflexionando en lo que realmente quieres: continuar en la prisión o liberarte de ella de una vez y para siempre.
Pero mucho cuidado de caer en las polaridades. No se trata de aislarse o convertirse en un ermitaño. Se trata de elegir nuestras actividades desde la conciencia y siempre orientarlas al objetivo de salir de aquí. ¿Qué hace brillar a tu corazón? ¿Cocinar, tocar la guitarra, pasear en el bosque? ¡Hazlo! Pero hazlo con la conciencia de que si vas a tocar la guitarra es para elevar tu vibración y que tu corazón brille, con el objetivo de no dejarte devorar por la oscuridad y estar fuerte para salir de aquí llegado el momento. Renuncia a las expectativas de grabar un disco y hacerte famoso en todo el mundo. Ese es el ego queriendo contaminar tu corazón y arraigándote a lo mundano, no tu conciencia. Si lo tuyo es cocinar, comparte amor a través de la comida y crea momentos de armonía alrededor de ella. Eso pone a brillar tu corazón más que abrir un restaurante exitoso, que solo te anclará a la materia y la vida mundana. En resumen, matiza. Encuentra los grises entre el blanco y el negro. Piensa que ya no te queda mucho tiempo y que no vale la pena embarcarse con compromisos a mediano y largo plazo. Prioriza tus actividades dedica todo el tiempo que puedas a generar momentos de luz. Levántate a brillar y vive un día a la vez.
En la siguiente publicación hablaremos de los síntomas que se están presentando en los que se van y en los que se quedan.
Pingback: Los Síntomas de la Transición - Proyecto Cabán