P-ANTOLOGÍAS DE ESTAMPAS QUE RELATO (9. RELATO DEL SEGUNDO NUMERITO PREMIADO)

Érase una vez, allá en Chetumal en 2008, estábamos con Gustavo y la bruja de su mujer María la Claudia (me reservo el apellido para que no cause venganzas… larga historia) visitando al Presidente Municipal de Othon P. Blanco, un tremendo mafioso -bueno, comprendo que de nada sirve calificarlo, pues es un virus, peor que una pandemia, entre los políticos-, cuando vemos en el corredor del edificio un precioso y flamante Hummer 2009 blanco que se rifaba para beneficio de no sé qué causa, y era donado por el presidente municipal precisamente al DIF, institución de beneficencia de la presidencia que su mujer, la esposa del presidente, era la jefa durante el ejercicio de su marido.

Yo le digo a “Gustavito”… -que estaba embelesado checando el gran auto mientras decía … “aquí si quepo” (pues media 1.95 metros).-

-Yo tengo gran suerte con eso de las rifas, pero hay una condición, yo no pago y el auto sacado es de todos.

El tal Gustavo, ni lento ni perezoso, nos dice a su esposa y a mí… “escojan un número, y yo los guardo”. Así hicimos y él, con aquella mano de prestidigitador, me pone a que firme mi número por atrás (pero me da el de la mujer) y a la mujer le da su (mi) número. Y nos pide la vendedora los números y nombres y números telefónicos personales del beneficiario de cada boleto. Yo tenía a Gustavo como mi mejor amigo de muchas décadas, así que no me importó ese sutil manejo de los números para firmarlos, pues, al fin y al cabo, si nos sacábamos el auto era para los tres de todas maneras.

Pasaron las semanas y en mi casa todos los días mi hijo Felipe decía: “¡nos vamos a sacar el carro, nos vamos a sacar el carro, nos vamos a sacar el carro!” y tenía, no solo un gran convencimiento, sino que estaba muy entusiasmado. Platicábamos que le pediríamos a Gustavo nos lo comprara en dos tercios de su valor y se quedara con él, pues para nosotros era muuucho carro. Imposible de mantenerlo con el salario que devengaba.

Todos pegados a las noticias en YouTube en el momento de la rifa y ¡ZAZ! “El flamante auto Hummer es para la señora MCBV con domicilio en México”, pues constataban con el número los datos personales del adquiriente.

Todos al unísono… ¡GANAMOS!

Llamo a María “la Claudia” a Europa, pues estaban descansando por esos sus lugares y con aquella emoción les cuento la nueva muy buena. Gustavo me dice con una parsimonia hiriente, como que si yo estuviera loco… “pero tranquilo Alfredito, no es para tanto. Diles que llegaremos a fin de mes para recoger el premio. Cálmate. Tranquilo”

Regresan y yo creí que nos iba a llevar a recoger el auto. No. Se fueron solos y fotos y felicitaciones y esas cosas. Ni siquiera me invitaron a subir a oler el sabor de nuevo.

“Ese carro se lo sacó mi mujer. Ella siempre ha tenido suerte. Ya se sacó la televisión plasma que tenemos en la casa y muchos otros premios. Se lo merece”

Y colorín colorado, este cuento se ha chingao.

Tan tán.

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