P-ANTOLOGÍAS DE ESTAMPAS QUE RELATO (17. RELATO DE LA CENA EN AMBATO)

Había una vez, cuando vivía en quito, tuve la suerte de que fui a dar una plática a la Facultad de Ciencias Químicas en la Universidad de Quito, 1979, sobre energía renovable y la biodegradación de materias orgánicas.

Al finalizar mi charla, se me acercó un muchacho y me pidió la dirección de nosotros en OLADE para visitarme, pues quería conversar sobre mi plática.

Antes de un mes, estaba en mi oficina. Me pidió que si lo asesoraba para hacer su tesis sobre biodigestores y yo accedí gustoso. Seis meses después, se graduó y yo lo contraté como mi asistente.

Resultó ser un alero excelente. Hasta hoy nos escribimos con frecuencia y estamos pendientes ambos de ambos.

Esto lo comento solo como una información de referencia para acreditar que él hizo su vida profesional en esa institución y de ello, sacó a sus hermanos de profesionistas y conformó un hogar ejemplar, Sus dos hijos son médicos, uno infieri y otro con posgrado.

Como a los dos años de que trabajaba conmigo, me pide que quería presentarme a su familia. Eran de Ambato, uno de los departamentos de Ecuador en el centro del país. Yo acababa de volver a reencontrarme con mi ex esposa y mis hijos (6 años divorciado) y más bien quería que su familia conociera a toda mi familia.

Total, gran recibimiento a lo ecuatoriano. Conversamos agradablemente y llegó la hora de la comida, que para ellos era realmente una ceremonia pues yo era admirado en su casa. Era el hombre que había dado un lugar importante a su hijo.

En un lugar privilegiado me ubican en la mesa y a mi lado ponen a mi hijo Pablo Arturo que tenía 9 años acabados de cumplir.

Pasan el caldo, un asopado con arroz y papa muy rico. Hasta allí, todo exquisito. En eso, me dice la mamá de Byron “ingeniero, preparamos para ustedes nuestro quedar bien y esperamos que lo disfruten” … y me van pasando un plato con una especie de rata grande abierta por el abdomen y las cuatro extremidades abiertas, asado y con su carita asustada.

“¿No lo conoce?, es el cuy, la comida predilecta de nosotros los ambateños”. Yo no tengo prejuicio de nada, pero no sé qué me pasó con ver en mi plato a ese animalito partido a la mitad y abierto en calidad de ofrenda a mi apetito frustrado.

Total, aproveché que durante la comida le hacían muchas preguntas de nuestras costumbres chapinas a mi ex posa (ahora mi pareja, dispareja, pero familia al fin) y yo hacía como que comía entre plática y plática. Me insiste la señora al ver que yo avanzaba con mi víctima culinaria…  “Hay más ingeniero, usted solo mande”. No se preocupe señora, – le contesto – estamos bien con “unito no más” (como dicen allá), el caldo estaba muy sistancioso y realmente es suficiente con un cuy.

Yo ya había llenado la bolsa de mi chaqueta de tantos pedacitos de muslos, piernas, y todo aquello que entre broma y broma escondía de mis compañías…

Hasta que viene Pablito, Querubíncito, como todo niño, tan imprudente, como indiscreto, como verdadero, y me dice a voz imposible de ocultar …

“¡Papa, si no quieres comer ese pollito, dámelo a mí, que a mí sí me gusta! ¡ya no la tires entre tu saco!”

Tan tán.

2 comentarios en “P-ANTOLOGÍAS DE ESTAMPAS QUE RELATO (17. RELATO DE LA CENA EN AMBATO)”

  1. Edmundo E Vasquez Paz

    Es un relato fresco. Natural.
    Me gusta lo espontáneo que es.
    ¿Cómo puedo tener accedo formal a toda la serie?
    Felicitaciones.

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