Érase una vez, cuando yo acompañado, invitado, por mis grandes amigos hoy ya en el cielo, acudía al “Refugee politique” donde la conocida e inolvidable “Locha”…
Doña Eloisa Velásquez, fue una señora visionaria de la sociedad guatemalteca en los años del renacimiento social, allá por los 60s, 70s. Tenía el mejor burdel (El Astronauta) que hasta presidentes lo visitaban, o mejor dicho, que hasta a los presidentes se les visitaba (servicio a domicilio).
“La Locha”, como cariñosamente se le decía, era una señora pesada, fuerte, inteligente, conocedora del arte de la educación sofisticada y gran capacitadora de “buenos modales” a sus no menos de 10 a 15 ménades en permanente reciclo, de edades no mayores a los 25 años. Deliciosas damas de la baja sociedad que tenían todas las condiciones propias de un excelente servicio privado. Todas eran realmente bellas. Distintas razas y semejantes habilidades con consecuentes y exclusivos toques para los distintos gustos de acaudalados y lujuriosos clientes.
Yo siempre me vi favorecido por amistades con esos gustos y que me invitaban, pues les salía barato llevarme a esas visitas. Lógico, pues solo consumía líquidos y no sólidos. Renecito Matheu de León y Gerry García Sandoval me llevaban ocasionalmente. Yo sin lujuria pero con un elevado sentimiento de conmiseración acudía para disfrutar de caricias y “cuchicheos” con esas preciosas, a las que resolvía cuestiones con mi ingenua y prístina existencia, llenando de fantasías sus mentes penetradas por vacíos y frecuentes pene-samientos…
Yo, a ella, doña Locha, la conocí. Nunca tuve un «final feliz» en sus feudos, pero disfruté muy alegóricamente mis momentos de dar cariño y consejos vertidos y divertidos a tanta bella y agraciada ménade.
Con esos dos grandes amigos (hoy descansan en la paz de los sepulcros) tuve oportunidad de conocer ese encumbrado mundo. Eran amigos y clientes Premium de la 10a av. Ambos me llevaban a sus visitas y en lo que yo chupaba ellos mamaban. Y yo entre trago y trago me veía rodeado de curiosas preguntonas sobre mi opinión a sus quebrantos. Yo era un Doctor corazón muy apreciado, aunque no les depositara el ósculo de mi peculio.
Tan tán.
Deseo aclarar que con gusto seguiré compartiendo relatos infidentes de mi existencia. Me gusta decir quien he sido. Me alegra haber llenado mi buche de piedritas … y se convirtieron en preciados minerales. Por eso relato mis cuentos. Para motivar al lector a que se autorelate y se disfrute como yo lo hago. Lo invito a que siga atento a lo que seguiré subiendo a CABAN.