Las tinieblas avanzan irremediablemente contaminando hasta el más recóndito de los espacios en el planeta y en el interior de los seres humanos. Se percibe en el ambiente una vibración cada vez más baja que provoca una sensación generalizada de malestar, de agotamiento y de inestabilidad. Seamos conscientes o no de los intentos que hace la oscuridad por apagar nuestra luz de manera definitiva, estamos siendo acosados permanentemente a nivel físico, psicoemocional y energético. Esto nos tiene a la defensiva y en un estado de alerta que nos incita a reaccionar a la menor provocación, lo cual contamina nuestro entorno y nuestro corazón al llenarlo de energía de baja vibración producto de emociones negativas como culpa, tristeza, vergüenza, miedo o enojo. De esta manera abrimos la puerta a la oscuridad y es así como va apagando nuestra luz interior. ¿Cómo podemos evitarlo?
Para comenzar, hay que tomar en cuenta que las emociones son algo inherente al ser humano, no podemos evitarlas, pero debemos aprender a manejarlas y fijarles límites para impedir que nos gobiernen. Una persona que no maneja sus emociones es esclava de ellas, de sus impulsos y sus reacciones. Pero, además, las emociones son parte del cuerpo humano y tú no eres tu cuerpo. Este conjunto de células y la mente que las gestiona, fueron creados y programados por quienes dirigen la prisión. Son la celda dentro de la cárcel con la que nos obligan a identificarnos y terminamos llamándole “yo”. Tu verdadero Yo no está en tu cuerpo, ni en tu mente y sus emociones. Eso está conformado en su inmensa mayoría por todo lo que te dijeron que eres y asumiste como tu identidad. Entonces, ¿por qué reaccionar desde tu mente y sus emociones? Cada que lo haces estás construyendo una realidad dictada por aquello que no eres en esencia, sino lo que la oscuridad necesita que seas para gobernarte y continuar esclavizándote.
En tu mente inconsciente se encuentran almacenados todos tus miedos e inseguridades, tus complejos y carencias, tus heridas y traumas. Cada situación a la que te enfrentas toca alguna de ellas y detona una conducta, casi siempre negativa. Por ejemplo: si tienes una herida de abandono, cada que alguien te rechace reaccionarás de manera agresiva, primero dirigiéndola a quien te rechaza, pero después terminarás volcando esa agresión hacia ti mismo. Esto te hará sentir triste y culpable, y la repetición de estos episodios o la gravedad de algunos de ellos, te llevan a deprimirte, lo cual representa una agresión hacia uno mismo. Quien se agrede no se ama, y quien no se ama, no vive en amor. Una vez dentro de ese círculo vicioso provocado por la mente, cuesta mucho trabajo salir de ahí.
Lo más grave de estas espirales destructivas, es terminar identificándose con ellas y hacerlas parte de la identidad: “yo soy depresivo”, “yo soy muy intenso”, “yo no sé tratar a las personas”, “yo soy enfermizo”, “yo no soy suficiente”, “yo soy una mierda y por eso todo mundo me rechaza”, etc. Pero, ¡tú no eres eso! Eso es lo que tu mente quiere que creas que eres. Eso es lo que le conviene a la oscuridad que creas que eres para controlarte y seguir alimentándose de la energía que producen tu dolor y sufrimiento perpetuos.
Al llegar a este punto, la pregunta que debes estar haciéndote es: “si no soy todo esto, ¿entonces qué o quién soy en esencia?“ La respuesta es simple: eres tu conciencia. Pero para llegar a ella es imprescindible que dejes de identificarte con tu mente y sus emociones. Tienes que comenzar a buscarte en tu corazón, que no en el biológico que late del lado izquierdo de tu pecho, sino en la luz que brilla en el centro de tu pecho. Nos han dicho que el corazón es la sede de las emociones y los afectos, pero eso es una vil mentira. Eso se encuentra principalmente en el hemisferio derecho del cerebro y en otros órganos del cuerpo. Tu conciencia no son tus emociones ni los pensamientos que tienes sobre ti mismo, sino una parte energética de tu esencia que se encuentra en el centro de tu pecho. Esta “esfera” conserva todas las características propias de tu naturaleza, del Ser que eres fuera de este plano, es decir, de lo que realmente eres. Está ahí, siempre ha estado, pero necesitas ponerte en contacto con ella para despertarla, trabajarla, fortalecerla y desarrollarla.
Para la mayoría de la humanidad es una perfecta desconocida porque todo el sistema trabaja para anularla y mantenerla en el anonimato. En este plano y en estos tiempos solo destacan quienes desarrollan el cuerpo y la mente, no la conciencia. Ésta se encuentra dormida en el centro del pecho y será mejor despertarla de inmediato si lo tu objetivo de vida es salir de aquí y no regresar jamás.
Para lograrlo es indispensable trabajar con disciplina, constancia y compromiso. Cualquiera que te ofrezca una vía corta o el apoyo de intermediarios, te está engañando. En la siguiente publicación compartiré ejercicios que favorecen el contacto con tu conciencia, pero de inicio te recomiendo que realices una meditación que elaboró Elyas Carlos, excelente terapeuta y gran amigo. Su objetivo es que durante el ejercicio logres separarte, aunque sea por un momento de tu cuerpo, mente y emociones, de tu historia y los condicionamientos propios de este plano, para identificarte con tu conciencia. Es una meditación muy poderosa que te recomiendo que realices con constancia. La encuentras haciendo click aquí.
No obstante, comenzar a sentirte desde la conciencia no es más que la primera parte del trabajo. Los cimientos sobre los que construirás el edificio. El auténtico reto consiste en aprender a “pensar” y “sentir” desde la conciencia, en lugar de usar la mente del cuerpo. Dicho de otra manera, se trata de tomar decisiones y acciones en congruencia con tu verdadera naturaleza. Quien se conduce desde la conciencia, es conciencia.
Para lograrlo es bien importante comenzar a percibir de una manera consciente y no de forma automática como está acostumbrada la mente. Por ejemplo: si estás atascado en un embotellamiento o en la interminable fila de un banco, tienes de dos: enojarte o fluir. Si dejas que tu mente genere pensamientos producto del enojo, lo único que estás logrando es agredirte a ti mismo. No vas a avanzar más rápido y con tu enojo solamente estás abonando al bloqueo con la energía de baja vibración que generas. En cambio, si te haces consciente de la situación y te permites fluir a pesar de lo que estás sintiendo, te estás sintonizando en un camino donde puedes crear diferentes posibilidades. Tu mente intentará generar pensamientos y emociones negativas, pero si las reconoces como algo ajeno a ti y no te enganchas con ellas, estarás alineándote con tu conciencia y fluyendo desde el amor. Al evitar entregarte al enojo, la frustración y la impotencia que generan situaciones como esas, te estás tratando con amor y generando una realidad proporcional a esa frecuencia vibratoria. No te aseguro que vas a avanzar más rápido (aunque es muy probable), pero puedes dar por un hecho que estarás en paz (que en estos tiempos ya es un lujo).
De esta manera puedes comenzar a vivir en conciencia y a transformar tu realidad, pero si realmente quieres avanzar, debes ir más allá. Se estima que más del 85% de tus pensamientos son inconscientes, es decir, no te percatas de su existencia y del enorme poder que tienen para obligarte a reaccionar de manera contraria a tu conciencia la mayor parte de las veces. Y es que las creencias, condicionamientos, heridas, traumas y demás programación que recibe la mente humana se encuentra tras bambalinas, en el fondo del océano de tu inconsciente, y desde ahí tiene el control absoluto de tu existencia. En la medida en que descubras, trabajes y trasciendas lo que hay en lo profundo de esas aguas, tendrás más posibilidades de expandir tu conciencia. Así que ya lo sabes, la conciencia no se merece, se gana. ¡A trabajar duro!
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