La Propuesta Tolteca: Dejar de Alimentar lo que No Elegiste
El camino tolteca no ofrece promesas. No define un destino. Solo propone una forma de ver. Y desde ahí, una forma de moverse.
No parte de la esperanza ni del miedo. Parte de un diagnóstico: la conciencia humana ha sido ocupada por una estructura que consume su energía a través de la repetición perceptual.
La libertad no se alcanza. Se desbloquea. Y para que eso ocurra, hay que cortar el suministro. No a través del rechazo, sino del silencio. No con lucha, sino con precisión y disciplina.
Lo que se llama energía, en este contexto, es atención no dispersa. Y esa energía es la moneda de cambio en el universo. Lo que se mira, se alimenta. Lo que se alimenta, se fortalece. Por eso el enemigo no es externo: es el desgaste continuo del punto de encaje, drenado por el diálogo interno y los automatismos que sostienen el montaje.
Desde ese reconocimiento, se despliega la estrategia. No como técnica. Como consecuencia.
Parar el diálogo interno
El comentario, la evaluación, la comparación: todo eso es la voz de la instalación foránea. Mientras siga activa, la estructura se refuerza.
El silencio no es un fin. Es una condición. Cuando hay silencio real, algo deja de operar. No se trata de imponer quietud. Se trata de no responder. Disciplina.
Acechar la percepción
El acecho no busca pureza, busca claridad. Es la práctica de mirar sin ser arrastrado. Ver el pensamiento sin ser el pensamiento. Observar cómo la mente del depredador reacciona, interpreta, defiende. Quien ve, desactiva. Y al desactivar, recupera dirección.
Recapitular la energía entregada
La recapitulación no es análisis. Es arqueología energética. Respirar, recordar, soltar. Retirar la atención que quedó atrapada. Desconectar los filamentos que siguen transfiriendo energía desde nosotros hasta aquel evento, situación o persona del pasado.
Mover el punto de encaje
No se busca. Ocurre. Se facilita. Cuando la atención se libera, el punto desde donde se percibe se corre. Y lo que antes parecía fijo, ya no lo es. No se necesita otro mundo. Se necesita otro ángulo. Otra forma de ver. Es un acto energético que puede facilitarse con una serie de movimientos dentro de las prácticas denominadas tensegridad. Estos movimientos permiten acceder a otros estados de consciencia.
No alimentar al depredador
La instalación se sostiene por obediencia no cuestionada. No se trata de oponerse. Se trata de dejar de participar. Puede hablar. Pero no se le responde. Puede sugerir. Pero no se actúa. No es confrontación. Es corte.
Deshacer el contrato
Hubo un acuerdo. Un intercambio tácito. Una cesión de soberanía a cambio de estructura. No se firmó. Se asumió. Y se renovó cada día con cada reacción automática, cada pensamiento prestado, cada deseo inducido.
Deshacer ese contrato no es declarar su fin. Es dejar de cumplir sus términos.
Mientras se alimente con atención, el vínculo sigue activo. Mientras se repita su lenguaje, sigue vigente. Cuando se deja de obedecer, no porque se luche, sino porque ya no se cree, el contrato se disuelve.
No hay ceremonia. No hay testigos. Solo un momento en el que algo ya no tiene fuerza. Ese es el corte.
Consideración Final
Los conceptos aquí organizados provienen de un linaje silencioso del Anáhuac, registrado en las obras de Carlos Castaneda y dispersos en el conocimiento silencioso y aún activo en algunas comunidades ancestrales aún vivas. No representan una cultura histórica ni una doctrina espiritual, sino una forma precisa de observar la percepción y la energía desde un punto fuera del relato.
Este texto no busca explicar ni enseñar, solo exponer con claridad una tesis funcional: que hay una estructura perceptual impuesta y que su continuidad depende del alimento que le damos.
Las estrategias descritas —el corte del diálogo interno, el acecho, la recapitulación, el desplazamiento del punto de encaje— no son teoría. Son movimientos posibles. Y como todo lo que toca el intento, no pertenecen a nadie.
Existen resonancias de este enfoque en otras tradiciones. No porque sean equivalentes, sino porque apuntan al mismo núcleo: el desmantelamiento de lo impuesto para volver a ver.
Para quien desee explorar con profundidad los conceptos presentes en el texto, es importante leer la obra de Carlos Castaneda. Esto es solo un brevísimo repaso de fragmentos de su información.
Lo esencial no está en el sistema. Está en la interrupción.
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