Al Final nos vamos a enfrentar a la muerte solos; aventurarnos en el oscuro mar de la consciencia y descubrir a dónde puede llevarnos. (Robert Moss)
Hablar de la muerte nos pone nerviosos, nos causa miedo. La actualidad nos hace olvidarnos de ella y nos vende la idea de la inmortalidad pero desvirtuada. No hay tiempo, lo tenemos contado. Estar al tanto del limitado tiempo en este plano, nos ayudará a enfocarnos y a vivir en el ahora sin dejar nada para después. Los límites del tiempo tienen doble filo; podemos quedarnos con los brazos cruzados y dejarlo para mañana, o podemos actuar ahora.
Dentro de los conocimientos que nos ha brindado Carlos Castaneda de esa arista refinada de la Toltecáyotl, emanados por el linaje de Don Juan Matus, la muerte es un tema recurrente, sumamente trascendental, pues la vida irá en función de la consciencia de la misma. Sin estar al tanto de la muerte, sólo seremos hombres ordinarios involucrados en actos ordinarios, decía Don Juan, y seremos producto de esta pesadez que nos hemos fabricado los modernos, dando vuelo a esta gran maquinaria. Estar al tanto de la muerte es saber que nada es más importante que su toque, y que todo lo que toca recibe poder.
En ningún momento se nos promete un paraíso o una vida eterna. A cambio de eso, por el solo hecho de estar aquí, tenemos ganada la oportunidad de navegar hacia lo desconocido, en el oscuro mar de la consciencia, o como decía Carlos: el infinito.
En la vida nos aferramos a objetos, ideas, situaciones, a la búsqueda de triunfos. Nos aferramos a personas, sabiendo que ellos también van más o menos en la misma dirección general, sin embargo, a nuestra cita con la muerte iremos solos. Carlos le llamaba “el viaje solitario”.
Y en esta tendencia de apegarnos a todo, también de la consciencia de nuestra muerte nos debemos desapegar, pues estar demasiado al pendiente de ella, es estar al pendiente de uno mismo, y eso nos debilitará. Así es como la lección de la muerte, tiene una acción fundamental: el desapego. La idea de la muerte inminente en lugar de volverse una obsesión se vuelve una indiferencia.
Abrumado alguna vez por este conocimiento que Don Juan le transmitía, Carlos decía que el solo hecho de pensar en la muerte con tal desapego, le daba frío de miedo, y Don Juan le contestó: Lo que te debería de congelar es seguir haciendo toda la vida lo mismo que has estado haciendo.
No había ambición para los hombres de conocimiento, no podían meterse en las dinámicas de triunfos y fracasos, en hacer las cosas por obtener una ganancia, pero sí una motivación que los hacía cuidar su energía y acumular consciencia: descubrirse en el misterio y navegar hacia lo gran desconocido, el infinito. En este mundo denso que nos hemos creado, la justicia es algo difícil de ver o de experimentar, pero el universo trae el regalo para los que han sido tocados por el anhelo de la libertad: emprender este viaje.
Pero Don Pedro dice… peor es vivir y no entender qué se es; quién se es; para qué vivir?. Esa muerte en vida, esa si que es muerte. La otra, esa si que no importa. Esa vendrá, incluso cuando no se necesite. Me toca hacer este comentario, pues me enfrento a una persona que me es imposible que descubra la vida.