“Aquel por quién se vive”, “El que está cerca, al lado y alrededor de las cosas” Tloque Nahuaque (en Náhuatl, lengua franca del Cem Anáhuac), Hunab Ku (en lengua Maya) “Centro de la galaxia”, “Corazón y Consciencia del creador de todo” o de las diversas formas como le llamaran en las otras lenguas anahuacas, era la representación filosófica de una fuerza única, inconmensurable, innombrable, invisible e impalpable, y referente superior en el mundo sagrado. “El que se creó a sí mismo”.
El concepto filosófico de Tloque Nahuaque, nos viene a unificar, integrar, Ser, sentir y a vivir desde la igualdad. No solo con los semejantes, también con la naturaleza, con cada habitante de nuestro planeta y del cosmos; cada uno siendo parte del Todo sin separación.
Comprendemos, gracias al conocimiento que heredamos de nuestra cultura madre, que todo está sujeto a ciclos. Todo tiene un “inicio” y un “fin”, para luego volver a esta dinámica eterna, y es así como se resignifican estas palabras (inicio-fin). La vida y la muerte en nuestra cultura, también tienen un significado distinto.
De esta forma, la muerte en el Anáhuac era una transición de gran importancia: sin miedos, horror, incertidumbre, dolor o cualquiera otra connotación negativa que se le da en la modernidad.
¿Cómo podemos ver a la muerte desde los ojos de nuestra cultura? Fundirse con el universo, un viaje al corazón del creador, un regreso hacia el punto de partida, al origen. Un reencuentro con la fuerza que nos dio la vida: Tloque Nahuaque.
Morir es volver a ser arcilla (energía), dejarse en manos del Espíritu (consciencia), esperando a ser moldeados para experimentar, quizá desde otra arista, la manifestación. Esta misma cosmovisión se repite en distintas culturas del mundo.
Quizá sea por eso que se le dio gran importancia al estudio del cosmos. Rastrear nuestro origen, nos llevará al corazón del universo, de la misma manera que volteamos al cielo, al buscar consejo de nuestros ancestros y para referirnos a ellos.
Muchos pueblos del mundo vieron al cielo-cosmos como el destino al dejar la vida material. Esto les dio una dirección, un sentido a la vida. El norte es la dirección, aquella que apunta a la bóveda celeste.
«La Muerte está del lado izquierdo» cuando vemos nacer al sol (en el Este), voltear al lado izquierdo es el rumbo del Norte: La Trascendencia. Y en nuestra cultura, la muerte es la consejera. Ella nos recuerda nuestra vigencia en esta dimensión. Nos señala que cada paso que damos en nuestra vida tiene un sentido espiritual aunque seamos inconscientes de ello. Y es por eso que el lado izquierdo significa de forma profunda el inconsciente, el mundo interior, lo oculto, lo que llegaremos un día a revelar.
Algunas culturas supieron que los ancestros llegaban a nosotros por el norte. Es por eso que vemos distintos altares y rituales que disponen los elementos en los puntos cardinales: Este-Fuego, Oeste-Tierra, Sur-Agua y Norte-Viento, dejando a éste último como una puerta o un acceso. Así, para enviarles y pedirles fuerza miramos al norte, inmersos en el elemento intangible.
Algunos vieron a la muerte como una reintegración al sistema de la misma forma que la hoja seca caída composta al mismo árbol. Otros más como un retorno sutil al estado previo a la manifestación. Pero todos respetando el misterio. Humildes ante lo gran desconocido.
En esta fecha, con la festividad mayor de nuestra cultura, honramos a nuestros ancestros: aquellos que como nosotros, pero desde otra dimensión, navegan en el oscuro mar de la consciencia.
Lee nuestro artículo sobre las distintas Percepciones de la Muerte:
Oportuna descripcion reminiscente de una intuicion persistente, que por no vincularla con Tloque Nahuaque, uno presiente ser la unitaria parte de la unida, y teme que uno sea una sola y temerosa ilusión. Pero lo infinitamente intenso de la vida, produce temor por saber ignorante mente como se es uno con la muerte.