Aquella tarde un poco antes de que bajara el Sol, el Nahual nos entró al Temazcal a purificarnos y prepararnos para lo que nos aguardaba en los próximos días. Luego nos llevó hasta el tope de un cerro y seleccionó un lugar entre los árboles y las grandes rocas, y allí nos reunió. La luz dorada del atardecer se filtraba a través de la vegetación hasta tocar nuestra piel, dándole un matiz como de otro mundo al entorno que nos rodeaba. Se escuchaba el canto de los pájaros y el susurro del viento que danzaba entre las hojas del follaje a nuestro alrededor.
Apenas llevábamos una manta y una selección de nuestros objetos sagrados. Éramos un grupo pequeño los que habíamos tomado el compromiso de seguir al Nahual un poco más de cerca en sus enseñanzas. Nos pidió sentarnos y luego de una pausa tomó la palabra…
-” Tal como acordamos, ahora llevaré a cada uno de ustedes hasta un lugar específico en esta montaña, y de ahí no se moverán. Allí arriba pasarán 4 días y 4 noches en absoluto silencio. No comerán alimento ni beberán agua. Esta ceremonia es como el Corazón de estos caminos, y sin ella es muy poco lo que puede aprenderse, pues un ser humano tiene que presentarse ante la Creación así nomás, en total apertura y humildad frente al Gran Misterio, si desea comprender su verdadero lugar en la existencia.
Aquí arriba en estos cerros y montañas, entre toda esta vegetación, habita un poder que vive en la Tierra desde el principio de los tiempos. Aquí entre los animales del bosque y lejos del moderno mundo civilizado de los humanos, ustedes han de encontrarse con ustedes mismos en el silencio de las montañas, que es como la madre de Dios. Estos cerros les enseñarán todo aquello que no puede aprenderse en libros ni en universidades. Aquí se encontrarán con el espíritu de la Vida, y con el espíritu de la Muerte… con la Luz y la Sombra que habita dentro y fuera de ustedes, pues este mundo existe dentro de una intrínseca naturaleza dual que compone cada movimiento, cada aliento sobre la faz de la Tierra.
Si logran entregarse sin expectativas al fluir de la ofrenda que harán, al sacrificio que presentarán frente al poder de la inmensidad del Universo … tal vez reciban una Visión que les ayudará a caminar de manera sagrada sobre la madre tierra. Sólo recuerden que una Visión puede llegar de muchas maneras, pero jamás llegará por vía del intelecto, por ese afán de llenar expectativas que nos hace sentir que hemos logrado “algo”.
Aquí arriba en las montañas y en estos caminos, no hay logros ni expectativas, sino que sencillamente por la gracia del poder del Gran Espíritu de la Vida, tal vez llegue a ustedes el destello de un entendimiento o una revelación que entrará por los sentidos del Corazón y no por los pensamientos de la Cabeza. Y para eso también subirán a la montaña, para saber reconocer la diferencia entre una cosa y la otra. ¡Así que ánimo guerreros y guerreras, que ha llegado la hora de asumir éste compromiso con impecable voluntad! “
Mientras escuchaba sus palabras sentí una extraña mezcla de sensaciones. Por un lado, experimenté un alivio indescriptible en todo mi cuerpo al saber que estaba a punto de adentrarme a lo más profundo de mi Ser, y por otro lado sentía las oleadas de un miedo a lo desconocido que recorría toda mi piel. Un miedo que no nacía de las circunstancias de ése momento, sino que aparecía en mi vida de vez en cuando desde que tenía memoria de ser yo mismo.
Por mi mente pasaron infinidad de imágenes junto a cada sensación, pero sobre todo resaltaba el contraste de la belleza inmaculada de este lugar, con la locura del mundo de la ciudad y sus aberrantes rutinas; la carrera contra el tiempo y la depredación por causa del dinero.
Aquí en la montaña no existía nada de eso, aquí el ritmo del tiempo parecía detenerse hasta que nos acurrucaba con el canto de las aves, con la melodía del crujir de las hojas secas bajo nuestros pies descalzos al caminar. Aquí nuestras almas se aquietaban junto a los sonidos nocturnos del bosque bajo un cielo estrellado.
Supe entonces que estaba exactamente donde debía estar…
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