El cuerpo humano es una creación de quienes colonizaron este planeta. Estas entidades oscuras se han alimentado de la raza humana desde el principio. Para eso la crearon. El cuerpo y la energía que lo habita están vinculados entre sí, de tal manera que todo lo que sucede en el plano material, afecta o beneficia a la energía que hay en tu interior. No eres tu cuerpo ni tu mente, sino esa energía.
Resulta evidente que las entidades oscuras se nutren de energía de baja vibración, por ende, el sistema que rige al mundo fue diseñado para que sus habitantes produzcan la mayor cantidad de energía negativa que sea posible. Todo aquello que cause dolor y sufrimiento es alimento para las tinieblas. A mayor alimento, mayor fuerza; a mayor fuerza, mayor tamaño y a mayor tamaño mayor poder.
Las personas que aún en estos tiempos mantienen la esperanza de que algún día las cosas van a mejorar, no han querido aceptar esta sencilla ecuación. Mientras más dolor en el mundo, más se fortalecen las fuerzas oscuras y se debilitan las luminosas. ¿Es necesario recordar cómo han sido los últimos 5,000 años en este planeta? Piénsalo bien. ¿Recuerdas algún período sin guerras, injusticias, abusos, violencia, inestabilidad, hambre, mentiras, enfermedades, desastres, traiciones, miseria, etcétera? Ahora piensa en lo que fue el 2020, el estado actual del mundo y la tenebrosa perspectiva de futuro. Toda la energía que producen los pensamientos, emociones, conductas y su manifestación física, en su mayoría es negativa. De ahí que la energía de luz se esté extinguiendo para siempre en este plano, tras cinco milenios resistiendo el embate permanente y cada vez más sofisticado de las fuerzas de oscuridad que lo gobiernan.
Ahora bien, ¿te imaginas cuál es el estado actual de tu energía? Y no te estoy pidiendo que consideres todo el dolor y sufrimiento que pudiera haber experimentado y acumulado en cientos de encarnaciones previas. Simplemente piensa en la actual encarnación y la cantidad de energía de baja vibración que has experimentado desde el comienzo. Piensa en la que generas cuando volteas a ver el mundo en el que vives y las paupérrimas alternativas que te ofrece para vivir con dignidad.
Así de raquítico se encuentra tu cuerpo energético. Una experiencia dolorosa tras otra. Un evento doloroso tras otro. Una experiencia negativa tras otra. Y siempre creyendo que ahora sí es la buena y que algo va a cambiar para bien. Siempre creyendo que en la medida en que resuelvas tal o cual cosa, en que logres tal o cual otra, podrás vivir de acuerdo a las expectativas que creó en ti el sistema para controlarte y acabarse hasta la última gota de energía que aún conserves.
A mayor expectativa en el futuro, más dolor. A mayor esperanza en el cambio, más sufrimiento. Y mientras más alimentes con esa energía a la oscuridad, más te debilitarás y opacarás hasta extinguirte por completo. ¿Te parece poco lo que está en juego? De ahí mi insistencia en vivir en amor, eso es lo único que puede sacarte del círculo vicioso en el que te consumes.
Desde el punto de vista energético que abordamos en esta ocasión, resulta primordial hacerte consciente de dos cosas que tienen una aplicación práctica inmediata:
Ya he mencionado antes que el universo es dual y que siempre corren dos caminos de manera paralela: uno de oscuridad y uno de luz. Una persona consciente busca situarse en el de luz la mayor parte del tiempo, principalmente cuando la situación es apremiante. De esa manera evita contaminarse con energía negativa y nutrir a la oscuridad con la energía de baja vibración que producen sus emociones negativas. En circunstancias cotidianas el camino de luz puede implicar solo reconocer los pensamientos y emociones negativos, soltarlos, enfocarse en lo positivo y fluir. Sin embargo, hay situaciones más demandantes y confrontativas que exigen un mayor enfoque para tomar decisiones trascendentales. Por ejemplo: alejarse de una persona querida pero nociva, dejar un empleo, modificar hábitos, romper patrones y paradigmas, confrontar lo establecido o cualquier cosa que implique abandonar la zona de confort. Siempre en estos casos la sabiduría se encuentra en la conciencia y la fuerza en el corazón. Tomar acción desde la luz fortalece tu luz y te empodera ante la oscuridad. A mayores decisiones desde la luz, mayor luz en tu interior, mayor fortaleza y mayor conciencia. Y a mayor conciencia, mayor libertad.
Lo segundo que debes tener presente es que los pensamientos producen emociones, las emociones producen conductas y las conductas fortalecen o debilitan tu energía. De esta manera, los pensamientos negativos producen emociones negativas y éstas dan como resultado conductas negativas. Cada acción negativa opaca tu energía y te debilita. En cambio, cuando este ciclo se da en positivo tu energía se enciende y te fortalece. Como puedes ver, tu conducta es fruto de tus pensamientos y de tus emociones. No eres lo que piensas ni tampoco lo que sientes, eres lo que haces. Porque más allá de que tu naturaleza sea oscura o luminosa, tus acciones determinan la frecuencia a la que vibra tu energía: no importa que pregones que eres puro amor, cada que le haces daño a alguien tu energía se opaca y te oscureces.
Tener presente lo anterior te faculta para elegir en conciencia y hacerte responsable de las consecuencias de tus acciones. Asumir esa responsabilidad te convierte en creador de tu realidad y eso, estimado lector, es la verdadera libertad. La libertad de elegir a través de tu conducta si regresas a la luz o te quedas atrapado en la oscuridad de este plano.
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