Recuerdos del Sol, Conversaciones con la Luna

«Pero intento explicarlo eso lo sé.

Que de la vida que daba, el exceso de luz eran llamas.

Y calmaste la furia, detenías mi derroche,

inflas el agua sin pena, si plena, de noche.

Un balance darías tú, durante mi media, de doce,

donde cose los sueños, una incógnita, ¿cómo te llamas?…

Y no respondes te acercas ya tarde,

Y la duda que sigue y que arde.

Me alucina tú brillo que mío se comparte, y nombrarte ante el cielo que nos reúna.

(Ella se presenta y Él responde)

El gusto ha sido mío, Luna.»

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