P-ANTOLOGÍAS DE ESTAMPAS QUE RELATO (5. RELATO EN EL “8 A”)

Érase una vez, uno de esos viernes aguerridos de los representantes del etílico club, nada menos que estudiantes universitarios y como si eso fuera poco, de la facultad de los “jaripeosos” elementos de último año de la carrera de Agronomía, típica representante del club citado… acudieron un grupo de 5 al famoso y sabroso bar (bueno, no para tanto… cantina) de la 7ª Avenida, zona 1. El 8 A.

Íbamos cinco mosqueteros, de los cuales no recuerdo a tres, solo a Rodolfo Estrada González.

Bocas van y bocas vienen (como se les llama a las botanas en Guatemala) con sendos par de “cuartos” (1/4 de litro de Indita, el aguardiente de los chavos)… y estando así, cuando en la mesa vecina, ya más empinados que nosotros, empiezan los cuates a dar de gritos escandalosos que no dejaban oír los nuestros.

Eso no se vale en las reglas de las cantinas sin serrín en el piso. Para eso uno acude a cantinas con locería y atendidas por preciosas campesinas arremolinadas con trajes de “ladinas”. Esas lucecitas que encienden la chispa de los lujuriosos encumbrados en las inditas… ya citadas, las líquidas, digo.

Total, en uno de esos estridentes gritos donde casi se salen los dientes del vociferador, grita Rodolfo, el famoso Rudy, – “¡ya basta de gritos compañeros!”. Y se va levantando un valentón con mala cara y lo enfrenta. Rudy se levanta y le dice – “¿qué pasó pues?!” y el muy seguro próximo show hace que todos nos levantemos de nuestras calientitas sillas de madera de pino, nosotros y los otros, listos para armar el toril.

El “compañero” enemigo con cara de toro encendido, le dice – “te voy a romper el hocico” …

Rodolfo con aquella su voz estridente igual, le dice – “¿así, seguro?, ¡no me digás!” …

Y me jala inmediatamente del brazo y le sigue dando una referencia…

– “¡Pues rompémelo aquí!

Y me pone a mí enfrente.

Todos nos canturreamos de la risa (pero yo no, yo del susto) y se armó una mesa de 8 y largas horas más de jolgorio alegórico y arrebatado.

Tan tán.

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