¿Te haz sentido culpable después de comer una cantidad exagerada de chocolates o galletas, o peor aún, haz comido al punto que sientes que tu estómago va a reventar?
Si respondiste con un SÍ, no te preocupes, COMER EMOCIONALMENTE es algo nos pasa a TODOS. Lo importante es reconocer qué desencadena ésta conducta y hacer algo al respecto para que no se vuelva un HÁBITO o ADICCIÓN, pues es entonces cuando realmente se vuelve un problema.
Normalmente creemos que NOS COMEMOS LAS EMOCIONES negativas, es decir, cuando nos sentimos estresados, solos, tristes, ansiosos o aburridos. Sin embargo, muchas veces es por emociones positivas o felicidad que también lo hacemos, como cuando estamos muy felices por algún logro o una celebración de cumpleaños, aniversario, etc.
El hambre física y la emocional EXISTEN. Nosotros generamos patrones de alimentación desde que somos muy pequeños. Son nuestros padres y nuestro entorno los que nos enseñan a relacionarnos con la comida. Por ejemplo, si cuando eras niño te daban un dulce después un logro, seguramente creciste utilizando los dulces como recompensa por el trabajo bien hecho, o si recibías una galleta para dejar de llorar, probablemente aprendiste a asociar las galletas como consuelo cada vez que te sientas triste.
El cerebro y el cuerpo responden a estímulos, y cuando estamos pasando por un “rush” emocional, positivo o negativo; van a buscar “el placer o la solución” en aquellas cosas aprendidas que alguna vez nos hicieron sentir mejor. Y es entonces cuando nos estancamos en ese vicio tan difícil de quitar entre: rush emocional, seguido por el consumo de comestibles adictivos llenos de estimulantes y aditivos (azúcar, cafeína, sodio, etc.), para finalmente sentirnos con culpa y peor aún con pesadez y malestar físico.
Para lograr liberarte de éstos patrones, literalmente tienes que DESPROGRAMARTE Y RE-APRENDER nuevas técnicas para construir nuevos patrones de pensamiento, relaciones y hábitos.
Lo primero que debes hacer, es entender la relación que llevas con la comida y analizar qué tipo de alimentos son los que conforman tu dieta diaria, ¿son alimentos o son comestibles (productos industrializados que pasaron por un proceso y que están llenos de químicos, aditivos e ingredientes que son inflamatorios y adictivos)?
Debes tomar en cuenta dos áreas fundamentales si quieres hacer un cambio realmente perdurable: la psicológica y la emocional. Si quieres ser una persona libre y un comedor consciente, necesitas trabajar definitivamente la inteligencia emocional y tu psique.
Entonces debemos de afrontar la situación por todos los frentes, con consciencia y determinación. Te dejo alguanas recomendaciones que puedes implementar para romper ese círculo vicioso:
- Lleva un diario de alimentación consciente: haz un recuadro con columnas, en uno escribe todo lo que comes y bebes durante el día y en qué horario, y justo al lado escribe cómo te sentías antes y después de comer. También deja un espacio para notas extras para escribir si hubo algo que “marcara” tu día.
- Intenta estar con la “cabeza fría” antes de elegir que vas a comer: si tuviste alguna situación en el día que “te moviera” emocionalmente, intenta primero platicarlo con alguien, salir y dar un paseo con tu mascota, escribir, dibujar o pintar, o mejor aún, hacer ejercicio, esto ayudará a reducir tus niveles de estrés y a elegir con más calma y consiencia mejor tus alimentos.
- Si te sientes agotado o abrumado, prepara un baño caliente, pon tu difusor con un delicioso aceite aromático o un incienso, escucha música relajante o haz una meditación guiada.
- Si estás aburrido, busca actividades estimulantes: ten contacto con la naturaleza, ve al parque más cercano, al campo, bosque o desierto, aprender a tocar un instrumento o algún idioma.
Es muy importante que comiences a verte como un ser completo, que se ve afectado tanto por su entorno como por su estado interno, biológica y psicológicamente. Existe una estrecha relación entre tu cerebro y tu intestino, pues lo que piensas influye en cómo digieres la comida, y lo que comes influye en cómo piensas y te sientes. Es bien sabido que el intestino es considerado nuestro segundo cerebro, pues en él se secreta el mayor porcentaje de dopamina y serotonina (neurotransmisores que te hacen sentir bien). Así que, la próxima vez que te sientas angustiado, deprimido o estresado, pregúntate también si lo que estás eligiendo comer te esta ayudando a salir de ese estado de ánimo o te esta “hundiendo más”.
Recuerda siempre acude con de profesionales que puedan guiarte a establecer nuevos hábitos, la nutrición y la psicología están relacionadas increíblemente, así que si estás considerando comenzar un cambio, sería fabuloso que consultaras a ambos, así aprenderás a tomar mejores decisiones tanto en tu vida como a la hora de alimentarte, incluso a integrar alimentos que te den más energía y te ayuden si sientes ansiedad o depresión.