Religiones y escuelas filosóficas de distintos tiempos y partes del mundo, nos entregan diversas interpretaciones de la muerte. En este artículo exploramos de forma breve, las distintas visiones.
El ser humano reflexiona sobre la muerte a través de la historia. Contemplando la dimensión espiritual, la humanidad se ha planteado un destino trascendental al morir, a través de distintos símbolos que le dan sentido a la existencia.
Las evidencias de actividad funeraria más tempranas son las de los yacimientos de Qafzeh y Skhul de entre 90.000 y 130.000 años, al norte de Israel, revelando la complejidad de la mente humana desde la antigüedad, y el saber que morir no es el fin, sino un paso más en nuestra existencia.
La vida tiene sentido si tenemos claro el destino. Ese destino lo compartimos todos: La muerte. Como decía el nagual, lo que nos iguala a todos los humanos y los seres del planeta es que vamos a morir.
En el proceso de comprender la existencia, para muchas culturas, la muerte es solo un paso más. Esta muerte nos lleva a otros lugares en función de nuestros actos. La unión con el creador, la integración esencial al universo o el regreso a este mundo. Una experiencia en camino a la eternidad.
Antiguo Egipto
Consideran a la muerte terrenal como una interrupción temporal, ya que el ser humano tiene la posibilidad de vivir eternamente. Esta oportunidad se logra a través del rito funerario de la momificación del cuerpo y el recinto de descanso (tumba) o casa de eternidad que lo acoja. No obstante, consideraban que había un juicio que valoraba la rectitud y virtuosidad de la persona, que era un proceso de deliberación para entrar o no al reino de Osiris.
Los egipcios creían que cada ser humano poseía a parte de un cuerpo físico un “Ka”, que era una fuerza inmaterial que continuaba después de la muerte terrenal, algo parecido a lo que otros consideran como Alma. Esta parte inmaterial también tenía necesidades, es por eso que en las tumbas se incorporaban distintos elementos necesarios para la existencia después de la muerte y sobre todo su cuerpo físico, razón por la cual se momificaban a los difuntos.
Además, “Ba”, que es algo así como la personalidad, necesitaba unirse a “Ka”, para lograr emprender el viaje al cielo, en el cual resucitaba como “Akh” (espíritu), y así podía vivir por siempre.
El Libro de los Muertos era indispensable para comprender y realizar este proceso, ya que contiene los hechizos y rituales necesarios, es por eso que en muchos sarcófagos grabaron inscripciones para que el difunto pudiese leerlos.
Taoísmo
El Tao significa camino. Esta filosofía promueve la comunión o fusión del ser humano con la naturaleza viviendo según sus leyes, lo más sano y sencillo posible, imitándola.
Desde la perspectiva taoísta, la muerte es solo un paso más de la vida, de la cual se sabe muy poco; es un misterio lo que ocurre después o antes de nacer, pero entendiendo que es parte de un ciclo natural que hemos de cumplir, por lo cual, se debe afrontar de la forma más higiénica y saludable para que la naturaleza continue.
En el Tao Te King de Lao Tse, que es de los libros principales del taoísmo, se escribió:
Aquél que alcanza el Tao es inmortal
Aunque su cuerpo muera nunca perecerá
Hinduismo
Creen en la reencarnación. Después de la muerte el alma renace en este mundo, no necesariamente en un cuerpo humano. Esto lo determina el Karma, que es la ley de la Causa y Efecto. Las acciones pasadas determinarán el tipo de reencarnación.
El objetivo de este renacimiento es acercarse cada vez más a la experiencia moksha, que es una liberación espiritual, un estado supremo de felicidad plena que alcanza el alma y que consiste en la incorporación del individuo a la esencia divina y en ausencia total de dolor y de los deseos. Este estado se logra a través de la liberación del ciclo de vidas del mundo material, que lo determina la sabiduría y el entendimiento de la Verdad.
Entienden un ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento que es necesario para el aprendizaje del alma y la obtención de méritos para lograr la liberación y la comunión total con la divinidad.
Los hinduistas creen que pueden liberarse del ciclo de reencarnación, a través de tres aspectos a cultivar: cumpliendo con los deberes propios y familiares, logrando un estado de conciencia mediante la meditación, en el que nos demos cuenta de la identidad con Brahma (Dios creador del universo) y, por último, obtener la ayuda de un Dios.
Budismo
La muerte es tan solo el principio de otra vida que se irá repitiendo hasta lograr llegar al Nirvana, un estado que puede alcanzarse por medio de la meditación y la iluminación, que es sinónimo de la liberación de los deseos, de la consciencia individual y de la reencarnación. Esto ocurre cuando hemos logrado la sabiduría espiritual que nos posibilita ver la Verdad o Realidad.
Los budistas toman del hinduismo los conceptos de Samsara, que es un incesante ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento hasta encontrar la liberación. Además, el Karma, que es la Causa y Efecto y afirma que nada ocurre azarosamente. La ignorancia y el deseo son las semillas del karma y vuelven inevitable renacer.
Los budistas practican como medio de liberación la vida a través del cultivo de moralidad (shila), la meditación (samadhi) y la sabiduría (prajna).
Entonces, para el budismo, la muerte es una etapa más de nuestro camino; un paso dentro de nuestra existencia que nos vuelve a meter en el juego de la vida, hasta lograr aprender y liberarnos de este ciclo.
La Muerte según relatos de Platón sobre Sócrates
Platón relata en el diálogo de Fedón, la injusta sentencia de muerte a Sócrates. Cuando él habló con Equecrates antes de su muerte, le pareció un hombre dichoso que creía que no dejaría este mundo, sino que se encontraría bajo la protección de los Dioses que lo esperaban en el otro mundo, en el que gozaría de la felicidad que ningún mortal había experimentado.
La filosofía era vista como una preparación para la muerte, además, como una liberación del pensamiento, pues ya no se estaba aprisionado en un cuerpo lleno de pasiones e instintos que impiden la capacidad de razonar.
Se dice que Sócrates veía al cuerpo como un estorbo para que el alma pueda acceder al conocimiento. La muerte es vista como libertad.
Cristianos y Musulmanes
La creencia en Jesucristo daba la posibilidad de la salvación eterna después del Juicio Final. La crucifixión, la muerte y la resurrección de Jesús, garantiza la vida eterna para todo aquél que crea en él.
“El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás” (Juan 11:25-26)
Al dejar el cuerpo material, el alma se ve sometida a un Juicio Final, en el cual se determinará la forma de vivir de la persona. El arrepentimiento de los pecados juega un papel primordial, que puede dar la vida eterna en el reino de los cielos, que es la trascendencia a otro plano, unidos a Dios en el descanso eterno en un lugar llamado paraíso. Además, existe un nivel dimensional transitorio llamado purgatorio, con la intención de purificarse y expiar los pecados.
Como los cristianos católicos, los musulmanes también creen que, después de la muerte, serán juzgados según sus obras. Las buenas o malas acciones determinarán si van al cielo o al infierno. El profeta Mahoma, el que entregó el mensaje de Dios o Alá a la Humanidad, intervendrá también para que no sean condenados al infierno, de una forma similar a la que Jesucristo (el hijo de Dios) interviene para los católicos.
Entonces, la muerte es un tránsito de la vida material hacia la unión con Dios.
Tahuantinsuyo
Concibieron la idea de un dios creador, abstracto, eterno y omnipresente en Illa Teqse Wirakochan (Luz eterna). En sus mitos, el hombre y el mundo son ordenados simultáneamente y los dioses convierten el caos en cosmos. Explicaban el origen de las poblaciones, plantas y animales. Según la creencia popular, el lugar de donde procedían se le denominaba Pakarina, estas pacarinas podían ser cerros, lagunas, volcanes, cuevas o hasta huecos de árboles antiguos. En el caso de los grupos humanos, sus pacarinas no siempre estaban cerca al lugar en donde habitaban. Esta percepción era una creencia extendida a lo largo de los andes.
Para los antiguos pobladores de los andes, la muerte representaba un viaje de una vida a otra. Era un viaje difícil que realizaba el Camaqen o Espíritu del difunto, el cual necesitaba la guía de un perro negro que tenía la cualidad de ver en la oscuridad.
El Hakaq Pacha (mundo del más allá) variaba en ubicación y nombre según las etnias, esto debido al concepto de Pakarina (lugar donde se nace). La idea general era que los muertos iban a un viaje hacia otra dimensión.
Es por eso la necesidad de los rituales funerarios, en donde se realizaba una velada de las ropas del difunto, que al quinto día de muerto se despide de su última morada hacia otra dimensión.
Toltecáyotl
Desde la perspectiva anahuaca, los Toltecas (artífices, hombres de conocimiento), asumían al ser humano como un Guerrero que lucha contra sí mismo en su interior, librando la batalla entre las tentaciones de la materia y las debilidades de su espíritu, poéticamente llamada “La Batalla Florida”. En esta lucha se busca trascender la materia.
Para la cultura ancestral anahuaca, existían cuatro lugares posibles como destino al momento de morir.
El primero era el más importante se llamaba Ilhuicatltonatíuh, un lugar luminoso reservado para aquellos Guerreros del Espíritu, hombres y mujeres que habían dedicado su vida incansablemente a realizar su batalla florida, logrando florecer su corazón. De esta manera, acompañaban al Sol del amanecer al cenit en su ascendente carrera, venciendo a las fuerzas que arrastran a las obscuridades de la ignorancia. Las Guerreras de la Luz también acompañaban al Sol, pero desde el cenit hasta el atardecer, hasta que naufragaba en el inframundo, señorío de Mictlantecuhtli (El Señor de la Muerte).
El segundo lugar llamado Chichihuacuacho, era para los niños que morían recién nacidos. Este lugar era visto como un paraíso en el que había un inmenso árbol del cual caían gotitas de leche de sus ramas y los niños al alimentarse de ella, vivían felices en este paraíso infantil en el que se suponía vivirían los infantes hasta el nacimiento del sexto Sol, tiempo en que nacerían de nuevo.
El tercer lugar llamado Tlalocan estaba reservado para los que morían de causas relacionadas con el agua, como los ahogados, muerte por rayos, los leprosos y hidrópticos. El Tlalocan la mansión de la luna, era un paraíso en el que había condiciones ideales, un lugar agradable y fresco.
El cuarto lugar era para aquellos que no habían alcanzado una muerte luminosa, ni de recién nacidos, ni relacionada con el agua. Este sitio lo llamaban Mictlán, que era visto como la nada, el vacío, sin trascendencia, a consecuencia de una vida vacía. Al morir el alma cruzaba por un río llamado Apanohuaya con la ayuda en un perro (techichi). Después atravesar unas montañas en constante movimiento chocando unas con otras que se llamaban Tépetlmonamictia. Después pasar por un cerro de filosos pedernales y cruzar ocho colinas ocho colinas llamadas Cehuecáyan, en medio de tormenta de nieve. Seguido de esto, debía pasar por un camino en donde era asediado por flechas de los tiradores de lo desconocido. Para luego enfrentar a Teocoyleualoyan, un gran felino que comía su corazón, cayendo a las aguas negras para enfrentar a una terrible lagartija (Xochitonal). Después de este sufrido y doloroso viaje, se presentaba frente al mismísimo señor de la muerte (Mictlantecuhtli) quien le diría al difunto: «Han terminado tus penas terrenales, vete pues a dormir tu sueño mortal». Después de cuatro años de viaje por el Mictlán, la nada era su destino final.
¿El más allá nos espera?
Ninguna cultura fue indiferente a la muerte. A través de la historia, el ser humano a explorado distintas interpretaciones que nos hablan de un “más allá”, y la vida como un ejercicio necesario para lograr la eternidad.
Dentro de las creencias de muchos seres humanos, los difuntos nos observan desde otra dimensión. Nos cuidan y nos guían. Es por eso que siguen habiendo al día de hoy muchas tradiciones milenarias alrededor de la muerte.
Alzar la vista al cielo para evocar a nuestros ancestros, sigue arraigado en muchos de nosotros.
Referencias:
CIENTÍFICOS DESCUBREN LA TUMBA HUMANA MÁS ANTIGUA CONOCIDA EN ÁFRICA, Deutsche Welle (DW).
LA MUERTE Y EL PROCESO DE MORIR EN EL BUDISMO, de Yamel Athie Guerra.
AL FINAL DE LA VIDA, Raúl Vincenzo Giglio.
¿VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE? Dadymar Cabeza.
LA PERCEPCIÓN DE LA VIDA Y MUERTE (Extracto de la conferencia brindada en la Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos, el 24 de septiembre de 1993).
EL CONCEPTO DE MUERTE COMO LA LIBERACIÓN DEL PENSAMIENTO: BREVE INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDÓN, Sebastiana Inácio.
EL CONCEPTO FILOSÓFICO DE LA MUERTE EN EL MÉXICO ANTIGUO. Guillermo Marín.
CREENCIAS Y PRÁCTICAS FUNERARIAS, Museu Egipci.
LA MUERTE SEGÚN LOS FILÓSOFOS, EN LA VIDA COTIDIANA Y EN LA FORMACIÓN DE ENFERMERAS, Verónica Marilú Brena Ramos.
LA MUERTE PARA LOS EGIPCIOS, Daniela Montecchiarini.
Leer Artículo del Día de los Ancestros y Tonantzin:
Excelente
Me encantó muy informativo esta comparativas de las civilizaciones más antiguas y ricas culturalmente del planeta.
Gracias
Muchas gracias por el comentario y las precisiones que ya corregimos. Un abrazo!
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