El proceso de colonización se basa en la explotación de los pueblos invadidos y la depredación de sus recursos naturales en favor del imperio colonizador. Para lograr estos objetivos la colonización requiere extirparle cinco elementos culturales a los invadidos-colonizados para que estos queden vulnerables e indefensos. El proceso requiere las siguientes pérdidas: la lengua propia, la memoria histórica, los conocimientos, los espacios y la espiritualidad. De esta manera el invadido colonizado se queda: mudo, amnésico, estúpido, en el aire y sin raíz, y fanático de una religión que no le es propia y donde está excluido. Cuando esto se logra la víctima asume el papel de “colonizador-colonizado”. Piensa, siente y actúa como su opresor/explotador.
El problema de nuestra MATRIA milenaria, es que desde hace cinco siglos se la han apropiado, tres siglos los gachupines, y los dos últimos los criollos que crearon su patria, de ellos y para beneficio de ellos. Esto se ha logrado por la pérdida de la memoria histórica, es decir, el pueblo no sabe: quién es, de dónde viene y mucho menos a dónde va, condenándolo al laberinto de la desolación de ser extranjero inculto en su propia tierra. La ideología neocolonial criolla ha venido destruyendo por ambición, ineptitud y corrupción nuestra MATRIA. Se requiere recuperar la memoria y saber que esta tierra por milenos, antes que llegaran los invasores, se llamó ANÁHUAC, y en consecuencia sus hijos somos anahuacas. Los criollos en 1824 se inventaron su patria a la que le llamaron México, en recuerdo de la ciudad de México-Tenochtitlan. Pero José María Morelos convoca en 1813, en la ciudad de Chilpancingo, al Primer Congreso del Anáhuac, para dar los “Sentimientos de la Nación”. Y en 1821 el criollo traidor de Agustín de Iturbide declara el Primer Imperio Mexicano del Anáhuac.
De modo que por miles de años esta tierra se llamó Anáhuac y se volverá a nombrar al final de la colonización y sus hijos son anahuacas, de cada una de las culturas ancestrales. Anahuaca maya, anahuaca mixe, anahuaca totonaca, etc. Porque todos los que vivimos en esta tierra milenaria no somos mexicas-mexicanos-mestizos, como el invasor colonizador pretende que nos llamemos. El crimen de lesa humanidad que se ha estado cometiendo al tratar de desaparecer de la memoria de sus hijos la existencia de la civilización del Anáhuac, y en su lugar, hacerlos pensar que son mestizos-mexicanos-mexicas, es un epistemicidio.
Para la cultura dominante del criollismo, solo existen mestizos-mexicanos, y unos cuantos “indígenas”, según ellos, el 6% de la población, porque hablan una lengua anahuaca. Pero, cuánta gente que ha perdido su lengua Madre, desde generaciones anteriores, piensa, siente y vive con la cultura ancestral. El garlito es hacer creer al pueblo que ser indígena es algo negativo y de bajo valor, por lo que no tendrá oportunidades en el mundo del dominador colonizador y que ser mestizo, en el sistema de castas de la neocolonización, se sube un peldaño y ya no se está en el sótano de la sociedad moderna.
Los hijos d ellos hijos de la milenaria civilización del Anáhuac, no somos mexicas, no somos mexicanos, no somos mestizos. Somos anahuacas en nuestra forma de ver e interpretar el mundo y la vida, producto de una sabiduría milenaria que se llama en lengua náhuatl, Toltecáyotl.
Ignorante no es el que no sabe, porque no existe alguien que lo sepa todo. Por lo tanto, todos somos ignorantes de muchas cosas. Qué sería entonces un ignorante. La respuesta es sencilla. Ignorante es aquella persona que no sabe de dónde viene, quién es y a dónde va. La peor ignorancia es la ignorancia de sí mismo. Creernos que somos algo que no existe, como los mexicanos, los mexicas y los mestizos. Solo anahuacas desmemoriados.
Leer artículo anterior de Guillermo Marín:
Pingback: La Ignorancia de Nosotros Mismos - Proyecto Cabán