Los habitantes de la India, civilización tan antigua como la nuestra, se llaman indios. Los habitantes de China, del mismo modo, se llaman chinos. Nosotros, los hijos de los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo nos llaman mexicanos.
Mexicano viene de mexica. Los mexicas fueron la última migración del Norte que llegó al Altiplano Central en el siglo XII, siglos después del colapso del periodo Clásico, que se dio en el IX. Los mexicas originalmente se llamaban mexitin y luego, el Cihuacóatl Tlacaélel les cambió el nombre a mexicas. Los mexitin o mexicas, llegaron en calidad de nómadas, cazadores y recolectores, no hablaban la lengua franca que era el náhuatl, no sembraban milpa, ni tejían algodón y, por supuesto, no conocían la sabiduría ancestral de la civilización del Anáhuac, conocida en lengua náhuatl como Toltecáyotl.
La invención de la agricultura, el maíz, la milpa y la nixtamalización, se inició alrededor del sexto milenio a.C. en el Valle de Tlacolula, Oaxaca., para el año 200 a.C., había concluido el largo periodo conocido como Preclásico y la cultura que lo representa es la llamada cultura olmeca, también conocida como cultura madre. En estos 5800 años se construyó las bases de nuestra civilización con los cuatro primeros niveles de la llamada pirámide de la plenitud armónica tolteca, que consiste en los cuatro sistemas: de alimentación, salud, educación y organización, que representan los cimientos en donde se desplantarán los tres niveles superiores que se alcanzarán en el siguiente periodo llamado Clásico, que duró más de mil años, del 200 aC. al 850 dC. Los tres niveles superiores de conocimiento son: la conciencia de la memoria histórica, los ancestros, el nóstrico ancestral. La conciencia de la sacralidad del mundo en el que vivimos, la Madre Tierra, la unicidad con todos los seres vivos, y finalmente, la conciencia del cuerpo energético, el ser de la energía consciente.
Alrededor del año 850 d.C. inexplicablemente, todos los centros de conocimiento del Anáhuac, llamados Tollan, fueron destruidos y abandonados. Las personas conocidas como toltecas, desaparecieron dejando dicho que regresarían en el año Uno Caña, que se repite cada 52 años, a restablecer la sabiduría generada simbólicamente por Quetzalcóatl. Es por esto que surge el tercer periodo conocido como Postclásico o de la decadencia, del año 850 a 1521 d.C., representado por la cultura mexica.
La invasión del Anáhuac inicia con la caída de Tenochtitlan en 1521, y se creará el Virreinato de la Nueva España, que durará hasta 1821. La creación de este país estuvo a cargo de un reducido grupo de criollos y gachupines, quienes en 1824 crean México, en honor a la ciudad de México Tenochtitlán, que habían vencido sus antepasados. Sin embargo, en las fuentes históricas de inicios del siglo XVI, se recoge que el nombre de esta tierra era Anáhuac. José María Morelos en 1813, convoca al Primer Congreso del Anáhuac en Chilpancingo, en 1822 Agustín de Iturbide proclama la creación del Primer Imperio Mexicano del Anáhuac.
Desde 1824, los criollos en el poder, han mantenido una estrategia sistemática para desaparecer del pueblo la conciencia de pertenecer a una civilización ancestral, como China o India. Desde los tiempos del Virreinato, se trató de destruir y desaparecer todo vestigio físico e intelectual de la civilización invadida, por considerarla demoniaca. La iglesia católica medio evangelizó a sangre y fuego a los pueblos anahuacas. En los dos siglos de neocolonia criolla, se ha tratado de destruir y desaparecer la memoria histórica y la identidad cultural ancestral del pueblo. Ni los gachupines ni los criollos pudieron borrar y desaparecer la identidad de la civilización del Anáhuac en cuatro siglos. Pero fue en 1921, con la creación de la SEP, que se inició una desculturización sistemática con los niños en las comunidades rurales, comenzando con prohibirles su lengua madre, rechazar sus tradiciones, usos y costumbres, modernizándolos con modas, costumbres y tradiciones traídas de las ciudades. La modernización de las comunidades fue la desculturización y el objetivo era desaparecer a un pueblo indígena y crear un pueblo mestizo. De esta forma, la categoría de mestizo es un genocidio cultural. Mestizo, es un anahuaca que ha perdido su lengua, su cultura, sus tradiciones y su espiritualidad ancestral, y entra indefenso a la modernidad en calidad de mestizo disminuido, con una lengua nacional, una identidad nacional, una historia nacional y una cultura nacional.
El Estado mexicano, no solo, no reconoce la existencia de la civilización del Anáhuac, como esencia y raíz de lo que es el pueblo y su milenaria historia, sino que, la ha tratado de destruir y borrar. En este país desculturizado y desmemoriado, para el pueblo, Anáhuac es una marca de cemento o una universidad. Desconoce absolutamente su milenario pasado, todo se resume a los mexicas y sus 196 años de existencia. Perdidos en el laberinto de la soledad, el mexicano es inseguro, frágil, sin raíz, fácil de engañar y dominar, porque se le ha aplicado una lobotomía histórico cultural.
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