Día a día, este mundo que conocemos se está acabando. ¿La normalidad?, por fortuna, no retornará. Porque esa “normalidad” es una deformidad precisamente del mundo y la vida. Déjeme explicarme, amable lector. Se nos ha hecho creer, que el mundo y la vida siempre han sido como fueron hasta antes del Covid. Esto es falso, el Sistema-Mundo en que vivimos inició su creación apenas en 1492, con el inicio de la invasión y explotación europea al planeta entero. Pero milenios antes de este desgraciado acontecimiento, el planeta era un grupo de universos diferentes, es decir, existían muchas formas de ver y entender el mundo y la vida en África, Asia y en nuestro continente Abyanáhuac.
Cuando en Venecia se crean los bancos y después en Londres, la banca central, el mundo ya invadido y colonizado por Europa, empieza a ser manipulado por siete bancos supranacionales que encabeza el llamado La Reserva Federal de E.U., que es un banco PRIVADO. Esta organización criminal de siete bancos controla el dinero del planeta, por consecuencia, también a las mega empresas transnacionales, que no crea que son muchas, son empresas dueñas de muchas empresas. Las empresas son dueñas de los países a través de manejar su economía y utilizar a unos serviles empleados llamados políticos, que, con dinero de ellas, compran las elecciones y con ellas, el poder en la democracia instaurada por los bancos. Piden el voto de los pueblos prometiendo servirlos, pero la realidad histórica en todo el planeta, es que sirven a quienes los financian.
La vida humana en la Tierra se ha diseñado por los bancos, para hacer inmensamente ricos a un puñado de personas. Es una locura y una estupidez, pero así es. El homo sapiens pasó a ser homo economicus. El objetivo de la vida de la mayoría de los seres humanos es trabajar para obtener dinero, para poder comprar y hacer más ricos a los ricos. El ser humano ha pasado a ser un OBJETO de enriquecimiento. La vida ha perdido su sacralidad y todo es consumo, individualismo y pura banalidad existencial, este es un círculo vicioso, porque las personas ante este vacío buscan consumir más, para tratar de llenar su vacía existencia. La desolación, el estrés y el sinsentido es la condición de la vida moderna.
Ahora que la economía se ha tenido que parar, la vida de millones de personas se ha detenido. Todo lo superficial se está desmantelando, solo las actividades que garantizan la existencia material no se han detenido. Pero la economía moderna se sustenta en la superficialidad y lo inocuo. Para que tenga una idea de lo que trato de decir. E.U. tiene el cinco % de la población de la Tierra y consume el 50% de los recursos del planeta, lo que desemboca en el mayor desperdicio estúpido y suicida. De esta manera, poco a poco se irán perdiendo las actividades económicas que no sean esenciales y las superfluas no podrán sostenerse. Mucha gente quedará desempleada de esas actividades superfluas, porque, pareciera que solo de esta manera volveremos a reaprender a saber lo que es básico y esencial, lo que es ahorrar y ser armónicos e inteligentes para vivir.
Cómo entonces, darle un sentido a la vida, cuando este manudo tóxico se nos derrumba entre las manos. Volviendo a lo esencial, a lo verdadero, a la raíz, es decir, encontrar la sabiduría del pasado para aprender a vivir en el futuro. Es entonces cuando el pasado se convierte en nuestro futuro. Es entonces cuando lo que hemos sido como personas, familias y pueblos, cobra un valor inaudito y cobra sentido imprescindible la recuperación de nuestra memoria histórica y nuestra identidad cultural ancestral. Es cuando la recuperación de los saberes comunitarios, las tradiciones, usos y costumbres, pueden ser de vital importancia para ponerle orden a este caos que se avecina y nos amenaza.
Por supuesto que el mundo y la vida van a cambiar en positivo. Después de la tormenta viene la calma. Solo se necesita ser lo suficientemente flexible e inteligente para recuperar nuestra autodeterminación existencial y estar dispuestos a entonarnos en el cambio, porque quienes se aferren al pasado, a las inhumanas formas de vivir enajenados, embrutecidos y sin encontrarle sentido a la vida, más que el consumir, esa gente será arrasada como en un sunami.
Los Viejos Abuelos toltecas crearon una idea generadora de su civilización, “El equilibrio”. El logro más elevado era la libertad de vivir en equilibrio. Lo demostraron en su arquitectura, normas y valores comunitarios que nos llegan hasta el presente, el problema es que no hemos querido verlo. “El Equilibrio armónico” como logro consciente, es el desafío de estos tiempos de inestabilidad e incongruencia. Tenemos que aprender a desaprender lo aprendido por el Sistema-Mundo.