El desierto no sabe la hora,
gira en forma centrifuga bajo la constelación de orión.
Los rayos ultravioletas desnublan cada capa.
Un águila avanza en espiral-fósil con la corriente ascendente
de aire caliente, masa de antaño.
El desierto no sabe la hora,
y sin embargo la hormiga trabaja de sol…
¡Asombra!
El desierto no sabe la hora,
pero la sombra de un cardenche gira en espiral descendente.
El desierto no sabe la hora,
pero un irritila observa la constelación de kesíl,
y sabe que el tiempo es obsidiana.
El desierto no sabe la hora, pero sabe algo que la luna calla.
El desierto sabe de mareas,
en el eco de las pisadas de cada ser vivo
de flora y fauna.
Lee más poemas de Eder Rangel: